Hace no mucho, tuve que guardar reposo en cuanto a salir a correr porque pasé por un resfriado no muy fuerte, pero con mucha congestión en el pecho, por lo que no quería ahogarme en el intento. Justo después de pasar ese resfriado, me salió una señora contractura que me duró otra semana, así que con la tontería me pasé dos semanas sin correr. ¡2 semanas! Casi me da algo. Mientras pasaban los días de esas 2 semanas largas, yo sólo pensaba en correr y correr, pero no podía. Creo que lo que sentí fue síndrome de abstinencia y si no, seguro que fue algo parecido. Suena exagerado pero fue así. Tantas ganas tenía que cuando salí por primera vez después de este período de abstención, no estaba del todo fina aún de la contractura pero no podía aguantar más y tuve que salir sin pensar en nada más.
Además tenía que salir sí o sí para poder entrenarme para la próxima cursa que se avecinaba y la cual ya hice el pasado domingo día 15. Fue una cursa genial gracias a la compañía que tuve, el día acompañó y sobretodo estaba ansiosa por volver a sentir las sensaciones que tengo al cruzar la meta.
No sé si a los demás runners del mundo les pasará, pero en mi caso las cursas que voy haciendo de 10 kilómetros, en comparación a la primera que hice, son diferentes. No me refiero a la marca ni al tiempo, sino a cómo estoy yo o cómo afronto la cursa. En la primera que hice al acabar, sentí que podía hacer bastante más. Acabé cansada claro que sí, pero me recuperé enseguida y mi sensación fue muy muy buena. Supongo que ayuda la emoción de la primera cursa. Os recuerdo que lloré al cruzar la meta.
Ahora cuando hago una cursa, evidentemente la sensación de satisfacción y alegría es la misma, pero noto como que me ha costado acabarla mucho más que la primera cursa. Supongo que son sensaciones, porque en realidad voy mejorando poco a poco, de hecho este domingo pasado hice mi mejor marca personal (56:07 minutos) y estoy súper feliz y orgullosa de ello.
Fue la Cursa Delta Prat y fui con dos amigos. La cursa fue muy bien, sólo que en lugar de 10 km. eran unos 350 metros más, pero por lo demás, todo fue correcto. Durante el recorrido en dos puntos, teníamos gente tocando tambores para animarnos y también había alguna que otra persona durante el trazado dándonos palabras de ánimo. Y parecerá una tontería, pero para nosotros una palabra de ánimo en ese momento en el que piensas que no puedes más, te da la fuerza necesaria para continuar y acabar.
Evidentemente, mi Mixto estaba allí con nuestra flamante súper cámara, intentando retratar esa felicidad que sentimos al correr. Cada vez me sabe más mal tener que pedirle que madrugue un domingo y me lleve o acompañe a las cursas. Él lo hace encantado y luego disfruta allí, pero hace un esfuerzo que no sé si podré compensarle algún día. Desde aquí, mi Mixto, te agradezco todo lo que haces por mí, no sólo esto. Y no sigo diciendo nada más que si no, lloro. :P
Los días anteriores a la cursa fueron muy bochornosos aquí en Barcelona y con mucho calor, por lo que estábamos temiendo el día de la cursa, que aunque fuera a las 9 de la mañana, si continuaba el tiempo así, nos abrasaríamos en el intento de llegar a la meta. Pero por suerte, llovió por la mañana tempranito, por lo que “refrescó” un poco el ambiente. Luego en la cursa, salió el sol (y yo sin ponerme crema porque había amanecido súper nublado) y disfrutamos de una cursa sin una gota de lluvia.
Me gustó muchísimo la cursa y si el año que viene sigo corriendo, que sospecho que sí, la volveré a hacer. Es una cursa ideal para hacer marca porque es plana completamente, sin subidas ni bajadas. Además, gracias a la multitud de árboles que hay durante el recorrido, íbamos bastante tiempo bajo la sombra, que es de agradecer. También está muy bien hacer un trozo por dentro de las pistas de atletismo del Sagnier, es súper cómodo correr allí en comparación con el asfalto. Lo único que cambiaría quizá, y más por gusto personal que por otra cosa, es que el recorrido sea doble, es decir, el recorrido en realidad es de 5 km,. y se hace dos veces.
La verdad es que no sé cómo explicar exactamente todas las sensaciones que tengo antes, durante y después de la cursa. El día anterior a la cursa son "nervios buenos" cómo digo yo, estoy ansiosa por que llegue el día y darle a la zapatilla como yo sé. Cuando llega el día, empieza la rutina de antes de cada cursa: levantarse dos horas antes de que empiece, desayunar una tostada con jamón dulce, un plátano y un té y vestirme para la ocasión. Empiezan los nervios no tan buenos, nervios de verdad y aún a día de hoy no sé por qué me pongo tan nerviosa si correr 10 km. es algo normal para mí, algo que hago dos veces por semana, por lo que ni yo misma entiendo por qué tanto nervio. Cuando llego al lugar de la cursa, mis nervios se van disipando porque empiezo a ver a gente que va a hacer lo mismo que yo: correr un domingo por la mañana. Ver que tanta gente va a hacer lo mismo que tú, mola. Cuando empieza la cursa ya se me van todos los males. Me pongo los cascos con la música bajita, despejo la mente, y sólo pienso en correr. Nada más. Es lo bueno de correr, que te permite evadirte de todo lo que te rodea mientras lo haces. Y cada kilómetro que hago, me animo a mi misma diciéndome que ya no queda nada. Esta vez, nada más entrar en la recta final, mi querido Miguel, que literalmente voló en la cursa, vino en mi busca e hizo los últimos metros a mi lado, animándome a lo máximo, tanto que yo pensaba que no podía más y quería parar, pero gracias a sus ánimos, me salieron fuerzas de vete a saber tú dónde e hice un sprint hacia la meta... Cruzar la meta y ver a mi Mixto orgulloso, contento porque yo estaba contenta y feliz porque me veía a mí feliz... Después de cruzar la meta, busqué con la mirada a Nuri, y fuimos en su busca para animarle en los últimos metros también. Son sensaciones difíciles de encuadrar y explicar con detalles, pero lo que tengo claro es que es algo así como felicidad, felicidad runner.
Felicidad runner en foto ;) |