Ya hace más de 1 año desde que te fuiste, pero yo sigo recordándote y sigo echándote de menos.
Cuando voy por la calle, me fijo en todos los perros y aunque no se parezcan a ti, siempre hay algún rasgo que me recuerda a ti. Por ejemplo, que tenga un color parecido al tuyo, que tenga un pelito tan suave como el que tenías tú o que tenga el morrito aplastado con la mandíbula inferior un poco tirada hacia fuera...
Recuerdo que podía pasarme horas tocándote el morrito, justo por encima de tu naricita, mientras tú entrecerrabas los ojos y dejabas caer tu peso sobre mis piernas.
Recuerdo todos los días algo de ti y aún a día de hoy, aunque ya no viva en la misma casa, hay días que al abrir la puerta tengo la sensación de que tú estarás detrás de ella y me deleitarás con el festival de mimos y lametazos que me dabas todos los días al llegar a casa, acompañados con los efusivos movimientos de cola, cola que parecía que en cualquier momento se iba a partir.
No voy a olvidarte nunca, de hecho no puedo. Tampoco quiero.
Formaste parte de mi vida durante 13 años y no puedo olvidar eso. Te vi crecer, me viste crecer y eres parte de todos los recuerdos que he tenido en ese tiempo.
Ahora al recordarte puedo hacerlo sin llorar, sin hacer pucheros, aunque sigo emocionándome cuando pienso en ti. No puedo evitarlo.
Porque eres mi pequeña y siempre lo serás.
Porque tú cuidaste de mi y sé que desde el cielo de los perritos, nos observas desde un agujerito.
Sólo quería que supieras lo mucho que te echo de menos y lo mucho que pienso en ti.
Te adoro y nunca de los jamases, dejaré de pensar en ti.
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