jueves, 9 de diciembre de 2010

Mi pequeña

Un día de diciembre creo recordar, de hace 13 años, conocimos a nuestra pequeña.
Ella iba a llenar el vacío que nos dejó nuestra otra pequeña, que en paz descanse y nada más verla, supimos que sería lo que es ahora para nosotras.

Decidimos llamar a una protectora y llevarnos a alguna perrita abandonada, ya que no nos importaba ni la raza, ni el tamaño, ni nada, sólo queríamos a una perrita cariñosa y guapa, como ella es.

Nada más entrar por la puerta de esa tienda de animales cerca de les Glòries, supe que nos la teníamos que quedar. Esa bolita de pelo marrón que nos miraba con esos enormes ojos que tiene, ese ímpetu por querer saludarnos a todas a la vez, esa energía, ese amor que desprendía, me enamoró. No me he enamorado muchas veces, pero lo que tuve con ella fue lo que se llama un flechazo, porque es uno de los grandes amores de mi vida, aunque sea un animalito.

La quiero, la quiero con toda mi alma y no puedo pensar ni hacerme a la idea de que pronto, ella me dejará.

La he visto crecer, desde que era una bolita, y he pasado 13 años junto a ella. Ella nos ha visto crecer, ha compartido momentos , muchísimos momentos con nosotras y no puedo creer que esté llegando todo a su fin.

Ha tenido que aguantar que le pusieramos vestidos de la "Nenuco", que la paseáramos en carrito de muñecas por casa, que le pusieramos gorritos de lana... Nos lo ha permitido todo, y nosotras, para qué engañarnos, le hemos permitido mucho también, sobretodo yo, lo sé, lo admito, yo la he mimado cómo a la que más.

Pero, ¿quién se puede resistir a la mirada que pone cuando quiere algo? Esos ojos mirándote con carita de pena me pueden. Pocas cosas me pueden en este mundo, pero una de ellas es "la mirada" de mi pequeña.

¿Y las travesuras que ha hecho durante este tiempo? Me acuerdo que una vez, paseando en el parque que hay cerca de mi casa y por donde pasa un río artificial, de golpe y porrazo, se tiró, y empezó a nadar feliz y contenta, con la cabeza bien alta...

¿Y cuando llego a casa? Ella me llena de mimos, de besos, de miradas que no tienen precio...Ella es la que más se alegra al verme llegar, llenándome de alegría, haciendo que todos los males del día se pasen en unos segundos, moviendo su cola sin parar, demostrándome las ganas que tenía de verme en casa de nuevo.

¿Y cómo voy a ser capaz de vivir sin ello? No! Intento hacerme a la idea, de verdad que lo intento, pero sé, porque me conozco, que el día que se vaya no podré parar de llorar, ni de pensar en ella, ni podré ni seré capaz de hacer nada que no sea llorar, por mucho que me haga a la idea. Es ley de vida, lo sé, pero soy egoísta en este aspecto y no quiero que me deje, aún no.

No sabré vivir sin su amor, no sabré vivir volviendo a casa y no tener su saludo pertinente...No podré nunca hacerme a la idea, nunca.

No puedo verla sufrir, se me parte el alma, se me parte el corazón.

Sólo quiero que todo pase y que se quede con nosotras un tiempo más, siempre sin dolor, sin sufrimiento, porque repito, no puedo verla sufrir.

Porque ella sólo tiene cariño que darme...Le debe de doler lo que le está pasando, pero no emite ningun tipo de sonido para quejarse. Ella está ahí, a mi lado, me sigue, porque ella no es tonta, lo sabe, sabe que está mayor y supongo que quiere pasar el máximo tiempo posible a nuestro lado.

Te quiero pequeña, no sabes cuánto...

Ojalá supieras hablar, aunque con esos ojos me lo dices todo. Sé que nos quieres mucho, y nosotras a ti.

Ahora te toca ponerte buena y seguir llenando nuestras vidas de buenos momentos, de buenos recuerdos! Por favor...

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