Nuestra vida está llena de sensaciones...buenas o malas, pero llena de infinidad de sensaciones.
Una de las que más me gusta es despertarte con la sensación de que tienes que ir a trabajar y al cabo de unos segundos te das cuenta, de que es sábado, domingo o festivo, y vuelves a acurrucarte debajo del edredón, con una amplia sonrisa dibujada en tu cara, pensando en descansar hasta que tu cuerpo diga basta.
El caso contrario, despertarte y pensar que no tienes que ir a trabajar y percatarte al rato de que sí te toca ir, es una de las sensaciones que menos me gustan, evidentemente, o pensar que es jueves y en realidad es miércoles...
Otra de las sensaciones que me encanta es llegar a casa y percibir esa alegría, ese amor que desprende mi familia, mi Nany la primera, que nada más llegar me mira con esos ojazos que me dicen "qué bien que estés aquí", moviendo la cola tanto que parece que se le vaya a romper en cualquier momento. Oír el "hola" de mi Caulli, el "hola" de mi peque o el "cómo ha ido el día" de mi Veri...o simplemente la sonrisa de mi padre...Nada en el mundo me vale más que esta sensación.
O la sensación de relajación, de olvido, de desentendimiento sobre el mundo y la vida en general, en el momento en el que estás en el gimnasio...y la sensación esa que tienes al salir de allí, como si todos los males del día se hubiesen esfumado de repente, con unos cuántos pedaleos en la bici de spinning, o con unos cuántos botes encima del step. Una sensación genial, sin duda.
¿Y esa sensación en la que notas lo mucho que te conoce una persona?
No os pasa que con ciertas personas, ¿las palabras sobran? Con mirarte a los ojos, o con verte, sin necesidad de decirte nada, saben que algo te pasa. ¿Cómo puede una persona llegar a conocerte tanto? Nunca me lo explicaré, será conexión, pero me encanta esa sensación...palabras que me ahorro, aunque me encante hablar.
La que me gusta mucho también es cuando estás mal y te dan un abrazo, un abrazo de esos largos en los que se para el tiempo, en los que te sientes proegida, querida, y piensas en estar el resto de tu vida abrazada a esa persona, porque sabes que así, nada te podrá pasar, nadie te podrá herir, porque estás en la burbuja que produce este tipo de abrazos...y te sientes fuerte, te sientes capaz de afrontarlo todo después de recibir un abrazo de ese tipo.
Son tantísimas las sensaciones buenas que no acabaría nunca...
Me encantan, me gustan...
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